martes, 22 de abril de 2014

A veces te habla una canción, a veces, un poema

Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo...

Mario Benedetti

domingo, 6 de abril de 2014

Explicame

Explícame si queres, si podes, está manía masculina de hacernos depender de ustedes para después darnos la espalda y dejarnos colgando de la soga que ustedes mismos insistieron en que trepemos.

Explícame, así tal vez entonces pueda entender el origen de la estupidez femenina que nos hace caer en la misma juzgada una y otra vez.

Explicame para qué querer ocupar mi tiempo y mi cabeza y después marcharte dejando ese espacio vacío que de alguna manera se siente más grande que antes de que llegarás.

O sino yo te explico que nunca quise quererte, que no era mi intención que fueras más que una distracción para que el otro no se volviera una obsesión. Y que sin darme cuenta -otra vez- dejó de ser un juego y ahora te quiero más de lo que querría quererte...

Porque al final, la única explicación es que el camino seguro resultó el más dañino y por no hacer las cosas mal, me salieron peor.