Pero como todo lo que se reprime, encontró el peor momento para salir y justo cuando estaba con la guardia baja y la cabeza en otro lado, me lo pregunto y se lo dije.
Lo peor no fue que lo escuche, lo peor fue aceptarlo, decírmelo a mi misma. De la boca para afuera puedo retractarme, hacerme la que acá no paso nada. Pero para adentro, ahora, decime, explicame... ¿Qué hago?