domingo, 26 de agosto de 2012

Hogar, dulce hogar

Dicen los que saben -y los que no también- que mudarse es una de las situaciones más estresantes que puede atravesar una persona. No sé si coincido. Creo que el último examen de mi carrera fue peor. Claro que también puede ser que todavía no me haya caido la ficha. Un ataque de histeria y un par de lágirmas no cuentan. No voy a decir que son moneda corriente, sino algo más bien como el dólar a cambio oficial, está pór ahí, pero no cualquier puede acceder.

También me dijeron que me iba a costar sentirla propia, sentirme "en casa". Lo cierto es que no paso muchas horas en mi nueva residencia; y cuando esto, me dedico a apagar incendios: que no anda el calefón, que se pincho un caño y si no cierro la llave de paso se le inunda el departamento al vecino, que si se me ocurre secarme el pelo salta la térmica. Eso cuando no me dejan plantada todos los proveedores de servicios posibles. 

Pero a pesar de todo eso, el sábado por la mañana, mientras el técnico de cablevisión arriesgaba su vida en la terraza para que yo me pudiera reencontrar con Friends y Seinfield, me encontré sentada en la barra, mirando hacia la cocina decorada con los colores que yo elegí y que tanto significado tienen. Frente a mí, una taza de te y mi bien amado Kindle.  Automáticamente sonreí. Sí, definitivamente ésta es mi casa. 


PD: Y por eso es que puedo hacer ruidito cuando toma la sopa mientras escribo esto :D

miércoles, 8 de agosto de 2012

Torn

Un amigo me preguntó por nosotros y me encontré contando una historia en la que hacía mucho no pensaba. Bueno, el libro que estoy leyendo también contribuyó.

Todavía me pone triste recordar ciertas cosas. Me pone triste a distintos niveles. No sentirme como me sentía. Ya no ver en vos todo aquello que en algún momento me omnubiló. Haberme dejado llevar de esa manera, influir de esa manera, cambiar de esa manera. Extrañarte aún...

Pero en el fondo me doy cuenta que no te extraño, justamente porque te veo distinto. Eso también me pone triste. Ya sea porque nunca fuiste lo que yo vi o porque dejaste de serlo, lo cierto es que no está más. Y eso sí lo extraño.

Un amigo me preguntó como me sentía. Hablé de conexión, de química, de física y matemática. Hablé de traición, hablé de dolor, hablé de enojo.  No hablé de amor. Nunca hablé de amor.

Volvieron un montón de cosas que había logrado enterrar, no muy profundo evidentemente. Tengo un  pasado que me visita, un futuro que me reclama y un presente que se debate entre ambos. Y cada tanto vuelve esa idea recurrente de que sería más fácil compartir la carga, si tan solo...