domingo, 26 de agosto de 2012

Hogar, dulce hogar

Dicen los que saben -y los que no también- que mudarse es una de las situaciones más estresantes que puede atravesar una persona. No sé si coincido. Creo que el último examen de mi carrera fue peor. Claro que también puede ser que todavía no me haya caido la ficha. Un ataque de histeria y un par de lágirmas no cuentan. No voy a decir que son moneda corriente, sino algo más bien como el dólar a cambio oficial, está pór ahí, pero no cualquier puede acceder.

También me dijeron que me iba a costar sentirla propia, sentirme "en casa". Lo cierto es que no paso muchas horas en mi nueva residencia; y cuando esto, me dedico a apagar incendios: que no anda el calefón, que se pincho un caño y si no cierro la llave de paso se le inunda el departamento al vecino, que si se me ocurre secarme el pelo salta la térmica. Eso cuando no me dejan plantada todos los proveedores de servicios posibles. 

Pero a pesar de todo eso, el sábado por la mañana, mientras el técnico de cablevisión arriesgaba su vida en la terraza para que yo me pudiera reencontrar con Friends y Seinfield, me encontré sentada en la barra, mirando hacia la cocina decorada con los colores que yo elegí y que tanto significado tienen. Frente a mí, una taza de te y mi bien amado Kindle.  Automáticamente sonreí. Sí, definitivamente ésta es mi casa. 


PD: Y por eso es que puedo hacer ruidito cuando toma la sopa mientras escribo esto :D

1 comentario:

Pau Go dijo...

Felicitaciones :)