Hoy fue a ver "El Descenso del Monte Morgan". Excelente texto y una muy buena puesta en escena. El personaje principal en la obra es un vendedor de seguros, bígamo, que tiene un accidente en auto a causa de lo cual todos descubren su doble vida. El título de este post es el slogan de la obra.
A medida que Oscar Martinez intentaba convencernos de que su infidelidad no era tal, sino que él en realidad vivía su vida libre de hipocresías y conductas socialmente impuestas con las que no estaba de acuerdo, yo me preguntaba cuántos en ese mismo teatro llevaban una doble vida -sin llegar al extremo de la bigamia-y me reía de algunas ironías de la vida.
A medida que Oscar Martinez intentaba convencernos de que su infidelidad no era tal, sino que él en realidad vivía su vida libre de hipocresías y conductas socialmente impuestas con las que no estaba de acuerdo, yo me preguntaba cuántos en ese mismo teatro llevaban una doble vida -sin llegar al extremo de la bigamia-y me reía de algunas ironías de la vida.
En el caso de la obra, el personaje de Martinez no quería dejar a ninguna de las mujeres de las que "estaba enamorado" y culpa a la sociedad por intentar obligarlo. En ningún momento de la obra reconoce como su accionar lastima a los que lo rodean y aun cuando queda solo, sigue convencido de que no fue egoísmo, ni cobardía, ni ningún otro defecto lo que lo llevo hasta donde está, sino una necesidad intrínseca de rebelarse contra la hipocresía y la mentira -si, incluso habla de la mentira- que lo rodea.
No creo que haya nada de malo en la idea de ser fiel a uno mismo. Supongo que el problema surge cuando la usamos como escudo para defender u ocultar algo que sabemos reprochable pero que queremos hacer igual.
Se me ocurre que tal vez la pregunta no debería ser si se puede ser fiel a uno mismo, sino si vale ser fiel a uno mismo, aun a costas de los demás.
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