Hace dos semanas que me late el ojo izquierdo. No continuamente, pero sí muy seguido. Sólo el izquierdo. No sé si será porque soy zurda.
Es una sensación bastante incómoda, así que hoy decidí ir a la guardia a que me confirmaran lo que ya sabia: Es estress, me dijo el oftalmólgo que se parecía al hermano de Christine en The New Adventures of Old Christine pero con el pelo castaño claro.
Ya lo sabía. Es de la cabeza, le contesté. Ni siquiera sonrió, se ve que le molestó que lo interrumpiera mientras miraba el superclásico. Es domingo, probablemente a mi también me molestaría estar indagando gente tonta. Se lo perdoné.
Volví a casa caminando, pensando.
- El sentido común indica psicólogo. No lo descarto, pero necesito una solución un poco más rápida.
- Mucha gente me sugirió alplax. Me niego a recurrir a un medicamento en esta etapa de mi vida. Sea lo que sea que me tiene estresada, no es grave. Soy yo la que tiene que aprender a tomarse las cosas con más calma.
- Prima oftalmóloga recomienda yoga. Me parece la mejor opción, el lunes empiezo a averiguar.
Después de meditar las posibilidades, no quedó otra que concentrarme en qué es lo que me hace tanto mal. La respuesta inmediata es el trabajo. Las responsabilidades y presiones inherentes y las que agrega mi jefe workaholic y spychokiller. Eso es lo primero que tengo que erradicar. Punto para la terapia.
Pero estoy empezando a sospechar que hay algo más. Y que el cuerpo me está pidiendo que me deje de hacer la boluda. Me excuso en lo que el papá de una amiga le dijo a ella una vez: no podés replantearte toda tu vida a la vez.
Respecto a reorganizar las prioridades... ahí sí que no tengo excusa.
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PD: ¿Por qué los posts suenan mejor cuando los pienso que cuando los escribo?