Ayer venía en el colectivo pensando que recién era miércoles y qué larga se me estaba haciendo la semana. Pero me consolé pensando: Bueno, la semana que viene es corta. Entonces caí en la cuenta de que quedan menos de dos semanas de año. Primero me agarró una sensación de ansiedad, ¡todo lo que me falta por hacer! El 31 de diciembre está casi encima mio y todavía no terminé ni la mitad de las cosas que había planificado para cuando "terminara de rendir".
Pero después me dije a mi misma: "Mi misma, que no cunda el pánico!" La realidad es que se acaba el año, no el mundo; y si bien está bueno empezar el nuevo año sin pendientes, tampoco es que el 31 a las 12 me va a agarrar una estupidización aguda que no voy a poder hacer nada sin tutor o encargado. Lo importante es que resolví algunos de los temas que andaban dando vueltas por ahí hace rato (uno de los cuales amerita post propio) y los demás, bueno, serán cuestiones del 2009.
Igual, no deja de impresionarme la velocidad con la que se pasaron estos 12 meses. No, no voy a hacer balances, ni hojas de cálculo ni nada, no se asusten. Solo quería exteriorizar mi asombro :D.